Un día
el mundo pensó
que ya había girado lo suficiente
y que estaba harto de su rotación continua,
y que le picaban las ortigas en el campo,
y que se le morían los hijos.
Pensó
que su voz no era respetada,
sus leyes incumplidas,
sus lamentos desoídos,
sus deseos acallados.
Así que decidió,
serenamente,
dejar de ser el mundo de los demás,
abdicar de su reinado
y retirarse a la galaxia más alejada
para olvidar.
Se le olvidó regresar.
Francisco de Sales