Nada de nada

No conocía,

entonces,

la profundidad de tus ojos

la profundidad del mar

la profundidad de tu corazón.

No conocía,

entonces,

cuánto se puede añorar

cuánto encandila un beso

cuánto amor cabe en ti.

No conocía,

entonces,

nada de sentimientos

nada de cuidar

nada de nada.

Digo bien:

nada de nada.

Francisco de Sales

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