No existe el fin.
La palabra final queda desterrada.
Muerte no existe en mi boca.
Borré nunca de mi diccionario.
Luz, en cambio, la he remarcado.
Tengo alegría repetida varias veces.
Felicidad es mi meta.
Esperanza, mi vida.
Ya no quiero más
lamentarme en cada respiración,
sufrir en cada instante,
llorar todos los segundos.
Deserto y reniego de lo trágico,
del luto de las esquelas,
del pesimismo fiero.
Vivo.
Renazco.
Vuelo.
Francisco de Sales