No me avisaste que
enamorarme de ti iba a ser inevitable.
Te presenté mis sufrimientos desnudos,
mis claves y contraseñas,
el secreto de mis debilidades,
el cajón de mis desesperanzas.
Me abrí todo y entero
– alma, corazón y vida-;
te hablé bien de ti,
resucité mi amor muerto,
–resucitaste mi amor muerto-
pusiste una sonrisa en mis labios,
desempolvaste mis delirios,
insuflaste aires nuevos en mis pulmones,
pintaste de rosa el luto,
como un arco iris el porvenir,
inventaste un nuevo amarillo para mi sol.
No me avisaste que
enamorarme de ti iba a ser inevitable.
Es bello el amor y muy duro el desamor.
Lo malo de las ilusiones
es que pueden convertirse en desilusiones.
No compensa el amor al que sigue el desamor.
Después de ti estoy perdido,
mi corazón no sabe latir igual,
el invierno y el infierno habitan en mí,
mis sueños sólo son en negro,
ni grises ni blancos,
y la muerte me resulta atractiva.
No me avisaste que
enamorarme de ti iba a ser inevitable.