Vuelvo

Vuelvo sin ganas.

Me trae de nuevo la rutina,

los pies que conocen y repiten el camino,

o una llamada que no escucho

pero que es una imán implacable.

Vuelvo apático.

La esperanza no me acompaña:

no le gusta mi presente

y duda seriamente

-y con fundamento-

del futuro que estoy gestando.

No creo en nada.

Ni siquiera en mí.

Este vivir adormecido,

las manos en los bolsillos,

la vista en el suelo,

el corazón en reparación,

no me es grato.

Vuelvo muerto.

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