Solo en la soledad

¡Qué sola es la soledad del abandonado!

¡Qué triste el tiempo,

qué apagada la noche,

qué serias las estrellas!

Es un penar mortecino,

un continuo desalmado,

un lamento amargo,

y un presente repetitivo

carente de esperanzas.

¡Qué duro se hace el llanto…!

y qué espeso el corazón,

y qué sufriente el respirar.

¡Qué lejos se ve la felicidad!

¡Qué huérfana la fe!

¡Qué pesaroso vivir en la vida ausente!

¡Qué sola es la soledad del abandonado!

Francisco de Sales

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