El paso del tiempo no me olvida,

ni me perdona.

No condona la deuda de mi muerte

que mantengo con él.

Nací a fuerza de ignorancia,

sin saber que la palabra infinito,

y sus consecuencias,

no me eran aplicables.

Nadie me habló de que la vida muere,

nadie me avisó que la vida se anda hacia atrás,

que de la nada se va a la nada,

que todo lo que se aprende después se ha de olvidar.

No supe antes de llegar al mundo

cuál es el precio innegociable de la vida,

ni que uno, poco a poco, se va haciendo de luto,

ni que la vida metamorfosea en muerte.

La vida y la muerte son amantes

que se buscan y se encuentran.

Algún día se irán juntas

y se olvidarán de lo poco que fui.

Francisco de Sales