Dile

Dile que deje las puertas abiertas, que dejaré por un momento el Cielo para pisar su Tierra.

        Dile que apague el Mundo, que desconecte el sonido de feria de las estrellas, que detenga los fuegos artificiales y que ordeñe el néctar de las nubes.

        Dile que me quiera, que no se canse nunca de saciarme de su amor, que dé volteretas para mí y que para mí componga muecas de mimo y sonrisas de niño.

        Dile que cada minuto sueño con ella, sin necesidad de estar dormido, sin que sea el sueño quien me propicie los sueños, que sólo con respirar la encuentro en el aire y la filtro, la recompongo a partir de sus partículas, la lleno de carne y de besos, la insuflo pasado y vida y destino.

        Dile todo lo que aflore a tu pensamiento porque todo vale: la cordura menos gregaria y la demencia más lúcida, las revueltas del intelecto y las más académicas composiciones gramaticales, los verbos alborotadores y las frases prestadas, todo es para ella, todo la realza, todo se incrusta en su esencia y encaja como anillo, porque ella es luz pero es noche, y es noche porque es semilla, y porque es semilla es el broche de la cadena, el marcador de páginas, la flor desecada, el pajarillo y su temblor, la irreverencia, la Santa en la casa de citas, la fiebre desatada y el brillo y lo mate.

        Dile, por tanto, que la venero con mi voz seria, que la exalto en la inconsciencia de mi cabeza desvariada, en las composiciones mentales que trastabillan indecisas por su presencia, que la ingratitud está desterrada de mi vocabulario, descartada de mi naturaleza, renegada por mi corazón, que ella me inunda y me acapara, y que la primera vez que la vea, creo que la reconoceré.

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