Mis secretos censurados

A veces,

amparado en el secreto de los pensamientos,

escondido tras los párpados cerrados

que me exilan del mundo y me hacen invisible,

libero mi parte oscura,

o se me escapa,

y fantaseo sin censura con las ideas más desvergonzadas,

con lo que nunca quisiera que se conociese de mí

y con los deseos más imposibles.

De este modo,

liberando mi mitad negada,

entro en la cama de algunas mujeres que deseo,

pruebo el placer de lo prohibido,

o envidio sin remordimientos;

robo, odio, destruyo,

realizo mis perversiones vergonzantes,

hurgo en el recuerdo y lo cambio,

o viajo al futuro y lo creo a mi gusto.

En este secreto,

cuando me quedo a solas conmigo,

con este desconocido que soy para mí,

descubro, con una pizca de miedo,

que la trastienda está llena,

bien alimentadas las represiones,

el infierno caldeado

y el monstruo latiendo.

Aceptar tan nefasto inquilino,

del que no me siento orgulloso,

al que repudio avergonzado,

es un ejercicio doloroso para mi pudorosa conciencia.

Ahí experimento el peso de los secretos,

el temor a que se escapen y me delaten,

a que me desnuden frente al mundo

y queden a la vista tan reprobables obscenidades,

tan lujuriosos deseos,

tan malvado corazón,

lo débil y cobarde,

lo penoso y lo fraudulento.

Tengo miedo

que el mundo descubra

que soy humano.

Francisco de Sales

Deja una respuesta