Abrígate,
amor,
no salgas sin un abrigo y el paraguas.
Las nubes están a punto de vaciarse
y no te respetarán porque salgas tan fresco.
Cuídate en el paseo.
No dejes de pensar en mí.
Te estaré esperando con la chimenea encendida
y un café humeante, y la mantita preparada.
Mi corazón te guarda su calor para cuando vuelvas.
No tardes mucho.
Pronto será de noche
y sabes que no me gusta
que andes sólo y a oscuras.
Anda, amor, abrígate.
Francisco de Sales.