La historia comenzó
cuando al mirarse en el espejo
no vio nada.
No vio a nadie.
Hasta ese día
el espejo SIEMPRE le había devuelto
una sonrisa o una tristeza,
una cara enjabonada
o alguien arreglándose el bigote,
hasta ese día en que
el espejo dejó de hacer su magia
y se volvió un completo vacío
sin nada al otro lado.
Por más que insistió no consiguió
que el espejo cambiara de actitud
y se mantuvo en su empeño
de un mutismo de imágenes.
No se sabe cómo arreglar un espejo inútil.
Lo tiró contra el suelo
y se convirtió en una multitud
de espejos irregulares
y cada uno de ellos le devolvió
el rostro de un hombre contrariado.