Cómo sería un mundo sin mujeres,
sin destinatarias de poemas,
sin tener a quién alabar,
a quién culpabilizar,
de quién huir.
Cómo sería sin la sal y la pimienta,
los bálsamos y los huracanes,
las fulanas y menganas,
las diosas y las madres.
Cómo sería sin alguien a quien admirar,
sin destino donde poner la mirada,
sin sus femeninas sonrisas,
sin sus picarescas y picardías.
Cómo sería sin su magia y maravilla,
sin el roce de sus manos,
sin sus besos y caricias,
o sin tener con quién conjugar
el verbo amar
en todos sus tiempos y posturas.