Tan locuaz
como el silencio perfecto
de sus ojos,
que hablan en el idioma insonoro
de los brillos
y las emociones
que son capaces de alborotarse sin voz,
sin ruido…
Tan locuaz,
que puede contar mil amores distintos
con sus mil diferencias,
simplemente con la llena mirada de sus ojos,
que no buscan un aliado en las palabras,
ni buscan en ellas un traductor imperfecto
que ose querer decir lo que no hace falta decir.
Tan locuaz
es a veces el silencio.
Francisco de Sales