Alba al alba

Amaneció

con un temblor en los ojos

que presagiaba una tormenta

de lágrimas en desbandada.

Amaneció gris.

Ningún optimismo.

Ninguna migaja de fe.

Ningún sol de esperanza alumbrándole.

Sólo la temblequera insistente,

como terremoto comprimido,

y la desazón en el alma

y en la vida.

Amaneció brumoso.

Los ojos del futuro le mostraron poca cosa:

sólo un negro reiterativo.

Y el temblor reincidente

le invitaba al llanto.

Francisco de Sales

Deja una respuesta