No es lo mismo
ser un mago espontáneo de las palabras
que interrogar al diccionario
persiguiendo las más poéticas,
y no ser capaz de aportar algo más
que lo que ellas aportan por sí mismas,
y no ser aquel que tiene sangre de poeta
y poetiza hasta sus juramentos,
y sueña en poesía,
y sabe distinguir las mil emociones,
y conoce cada latido del corazón,
el sabor de cada lágrima,
el significado de cada suspiro,
qué pretende el sol,
qué sueña la luna,
y sabe cuándo el amor es desamor
y cuándo amar es una locura.