El drama comienza
nada más despertarte.
La realidad se pone frente a ti
y te asusta.
Y tú, te asustas.
El tiempo de dormir es el oasis,
el recreo,
el descanso.
Después aparece tu vida
y sigue sin dulcificarse.
Te da miedo volver a empezar,
retomar dolores y fracasos,
echarte encima la carga,
comprobar que no hubo milagro
y que todo te espera
con las garras afiladas,
con los dientes encharcados en sangre
y la maldad intacta.
Quien repartió la vida
fue cruel contigo.
No te dio la mejor.
Malvives tu vida,
maldices tu vida
y te refugias,
insanamente,
en tu dolor.