No sé si mis ojos saben llorar:
nunca lo he probado.
Cada vez que la congoja
reclamaba un camino
para expresarse,
o un lacrimal para su fuga,
un corte seco de mi corazón seco
le robaba el alma a mi emoción,
y una autocensura rígida,
de austero secano,
impedía que mis ojos
se anegaran de vida
y de llanto.
No sé si mis ojos saben llorar,
pero algún día
derrocaré al tirano que me gobierna
e inundaré el mundo
con mis llantos atrasados.
Francisco de Sales