Ya no vengas a por mí.
Se pasó el tiempo de añorarte,
de los sueños donde reinabas,
de los pensamientos que sólo pensaban en ti.
Un día me entró la calma,
se me vaciaron los sufrimientos,
extendí nuevamente mis alas…
y volé.
Sin ti.
No me encontrarás llorándote,
no verás mi rostro compungido,
ni las lágrimas anegándome,
ni el dolor acaparándome.
Ya pasó.
Todo aquello fue bien acogido por el olvido
y me descargué de tu lastre.
Ya no vengas a por mí.
No me encontrarás.
Deshilé tus recuerdos.
Desmonté las letras de tu nombre.
Te borré para siempre.