A veces,
mis recuerdos
me atacan,
o me asolan,
o me traicionan;
se me presentan desordenados,
me hacen muchas propuestas
y elijo uno.
A veces acierto
y es un recuerdo amable,
infantil,
deseado,
lleno de inocencia y sueños
y corretea por las calles vacías
o juega con otros niños;
es un recuerdo
sin fecha de caducidad,
eternamente vivo,
tristeza y alegría
-por lo que no volverá
y por lo que sí fue-
alimentados a partes iguales.
A veces aparece un amorcito joven,
inexperta en besos,
más colegiala que mujer,
más inocente que activa,
por la que lloré muchas noches
-también de tristeza o alegría-
por la que reí lleno de vida,
encantadora despertadora de mis sentimientos,
dulce luz y maravilla.
A veces lo que me llega es una tormenta
de múltiples rayos y gritos
que precede a un mal recuerdo;
trato de echarlo pero mi mente no colabora
porque hurga en mis dolores,
reaviva mis heridas,
me propone un llanto inclemente
y lloro.
A veces me respetan,
me tratan como amigo,
me dan vida y me plantan una sonrisa.
A veces me matan un poco.
Son así. Aparecen solos.
No siempre puedo escogerlos.
Woow!! Me mostró lo que muchas veces he pensado. Gracias por sus aportaciónes. Saludos desde México.
Saludos, Blanca. Y gracias!!
Amigo Francisco excelsas tus letras un gusto pasar a llerte. abrazos y bendiciones.
Gracias… y mis bendiciones para ti también.
Gracias, Laura… y mis bendiciones.